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1 de enero de 2011

¿Conoces tú a Dios? Vivir la vida de Dios

Las 5 Verdades Fundamentales de la Iglesia Católica--->
<---Las Oraciones curan el cuerpo y el alma.




Dios nos ha creado para el Cielo, y nuestra alma no estará en paz, hasta que no descansemos en El. (San Agustín)




Sin Dios nada tiene explicación

Tú,¿Conoces realmente quién es Dios? Hombre, como no voy a creer, dirán algunos;
yo creo en Dios, yo se que hay un Dios!
¿Eso es todo lo que sabes acerca de Dios?.
Tú crees en Dios porque tu razón te lo está diciendo, toda la realidad que te rodea te habla de la Divinidad, de un Ser Supremo y Omnipotente, creador y ordenador de todas las cosas forzosamente existente;
sin Dios nada tiene sentido ni explicación.


También através de tus razonamientos descubres que no todo se debe acabar para ti con la muerte, que debe haber otra vida, que debe haber un premio y un castigo, pues tu conciencia distingue el bien del mal.
Así pensaron siempre todos los hombres sensatos, en todas las épocas y en todos los lugares.
Pero nuestros razonamientos apenas pueden ir más allá.
Si nos atenemos exclusivamente a lo que nuestra razón por sí sola descubre, permaneceremos ignorantes del destino que Dios nos ha señalado, no podríamos saber, concretamente, para qué existimos, ni como será la eternidad, ni cómo es Dios, ni cuál es la actitud de Dios hacia los hombres.


Dios ha hablado a los hombres

La contestación a esos interrogantes ha sido dada por Dios mismo.
Dios ha hablado. Nuestro Señor Jesucristo es Dios mismo , venido a este mundo en carne humana para revelarnos las verdades que debemos conocer y creer para felicidad nuestra.
Jesús nos enseña:
-Que Dios es Padre de todos, buenos y malos.
-Nos ama infinitamente más de lo que un padre terrenal ama sus hijos.
-Escucha siempre nuestras plegarias.
-Está siempre dispuesto a perdonar nuestros pecados.

No podemos decir simplemente,"hay un Dios", debemos sentir la gloria y la alegría de saber que ése Dios es nuestro Padre amoroso y bondadoso, al cual debemos tener siempre presente, y mediante la oración nos encontrarnos cada día con El.


Dios ha fundado nuestras relaciones con El sobre el amor.
Nos ha hecho libres de amarle o rechazarle. Dios no puede forzar al hombre a amarlo.
Sería destruir la naturaleza misma del amor, que para existir debe ser espontáneo.
Quien le ama se acerca a El, quien no acerca a El, de El se aleja...


Raza Humana

Vemos ante todo cómo piensa el hombre guiado por la sola razón.
Se ve a sí mismo, como es lógico, en un plano humano, plano distinto y superior al de los animales y demás seres vivos.
El animal sólo capta la realidad, que está al alcance de sus sentidos, y como no tiene una razón inteligente, no puede progresar.

El mono por ejemplo, se comporta igual hoy que su antecesor de hace dos mil años,
y cada mono es igual a los de su tipo, porque el animal, no es libre en su proceder.
En cambio, el hombre es libre, espiritual e inteligente.
Capta no sólo la realidad, capta también lo abstracto, lo que no se ve ni se toca.
El deber, la virtud, el honor, la justicia, la injusticia.
El hombre es consciente de Dios y de la eternidad, sabe que ha nacido y que va a morir. El animal no sabe nada de esto.

De la misma manera que el hombre no se dignaría a rebajarse al plano animal,
tampoco pretendería salirse de su plano humano para elevarse al plano divino;
ve entre él y Dios un abismo incomparablemente mayor que el que hay entre el hombre y el animal.
Nunca pretendería alcanzar la condición divina, pues la buena lógica humana se lo impediría.


Raza de Dios, Linaje de Dios

Y he aquí lo inimaginable, las verdades que Dios mismo nos ha revelado, echan por tierra nuestra "sana lógica".
Dios no nos ha creado para que permanezcamos en el simple plano humano, tenemos un alma hecha a imagen y semejanza suya.
Dios no creado para colocarnos en el plano divino.
No somos solamente raza humano, sino somos raza divina.

Dios nos quiere dar su "vida divina", no sólo la vida humana.
Además de nuestra naturaleza humana nos ofrece una sobrenaturaleza divina.
Esa participación en la vida divina se llama;
vida sobrenaturalovida de la gracia o simplementegracia.

Si tenemos la gracia tenemos un gran tesoro.
Si perdemos la gracia somos "desgraciados",he aquí el verdadero significado de ésta palabra.
¿De qué os sirve ganar todo el mundo, si pierdes tu alma?
¡Salva tu alma!

El verdadero y gran negocio de este mundo está en amar y agradar a Dios nuestro Padre Celestial junto a Hijo, nuestro Señor Jesucristo.


Por supuesto, es Dios quien salva, pero está en nosotros si queremos salvarnos.
Y nos salvamos únicamente si aceptamos a Dios y le seguimos hasta el fin.
Porque en el libre albedrío que Dios nos dio, está la gran decisión de querer salvarnos o no.
De ahí la frase, "Salva tu Alma". Porque depende de nosotros.
Si el hombre no quiere seguir a Dios, Dios no puede hacer nada.

Es sabido que uno no se salva solo, es Dios quien nos une, nos encadena a otras personas, por eso si nosotros nos salvamos, llevamos a otros a la salvación.
De la misma forma, el que se condena, arrastra a otros a la condenación eterna.
El que se salva, ése "sabe" que es muy agraciado,
el que no se salva, pobre desgraciado, "todo" lo ha perdido y para siempre!


Parecerse a Dios

Tengamos siempre presentes nuestra altísima dignidad de ser hijos de Dios;
vivamos como hijos de Dios, sintamos la indignidad del mal proceder, luchemos contra el mal y las tentaciones.

Todas las perfecciones humanas, todo lo bueno que puede haber en el hombre es como un reflejo de las infinitas perfecciones divinas.
Pongamos nuestro empeño en perfeccionar y desarrollar nuestras virtudes y buenas cualidades, para ser más y más dignos hijo de Dios.
Si desarrollamos nuestros vicios y defectos, es como si renegáramos de nuestra raza divina, nos hacemos indignos de Dios y de su Gracia Divina.

Dios manifiesta su gloria en todas sus obras, manifiesta sus perfecciones en las maravillas de la creación entera.
Tratemos de ser cada vez más buenos, cada vez mejores, para que así se manifieste en nosotros la gloria de Dios.


La Santísima Trinidad

Dios mismo nos ha enseñado que en El hay Tres Personas distintas.
A las Tres Personas Divinas llamamos Santísima Trinidad;
El Padre, Eñ Hijo y El Espíritu Santo.

Las tres Divinas Personas son un solo Dios.
Tienen una misma naturaleza divina, un mismo querer y obrar, un mismo poder, una misma grandeza, sabiduría, bondad, santidad, etc.
La segunda Persona se hizo hombre y se llama Jesucristo.
Jesucristo es Dios y Hombre verdadero.
Es Dios por ser la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, y es Hombre por haber nacido de la Santísima Virgen María.

Jesucristo tiene naturaleza divina unida a la naturaleza humana en una sola Persona Divina.
Los seres humanos tenemos naturaleza humana y podemos participar de la naturaleza divina que Dios nos ofrece por ser hijos suyos.


La Ley de Dios

Dios nos ha enseñado cómo comportarnos, para ello nos ha dejado su Santa Ley, los diez mandamientos.

Estos son la confirmación de la ley moral que los graba en la conciencia de cada hombre.
La ley nos habla de nuestra conciencia, por eso, quien desoye la propia conciencia es como si desoyera a Dios.
Y Nuestro Señor Jesucristo nos dejó, con la palabra y con el ejemplo, sus enseñanzas divinas contenidas en los Santos Evangelios.

Significado de la Cruz

Nuestros primeros padres Adán y Eva, fueron creados por Dios en estado de gracia,
es decir, con participación de la vida divina.
Al ser puesto a prueba por Dios, se comportaron indignamente y perdieron la gracia.
Es por eso que nosotros sus descendientes nacemos sin la gracia,
pues mal podriamos heredar de Adán y Eva lo que éstos han perdido.

Ya hemos visto cómo la gracia es algo completamente ajeno a la propia condición humana, así pues, nada podía hacer el hombre para recuperarla por sí mismo o hacerse merecedor de ella.
De la misma manera que el animal por ser animal no podría alcanzar la dignidad humana, así también el hombre, al quedar reducido a la sola condición humana, de ninguna manera podría por sí mismo hacerse digno de la vida divina.

No olvidemos nunca el verdadero significado de la Cruz de Jesucristo, El murió por nosotros, y através de su muerte, somos dignos de la vida divina.
Tratemos de pagar a Nuestro Señor Jesucristo con todo nuestro amor, el bien infinito que nos hizo!


Dios y el dolor

Nuestro Señor Jesucristo, el único inocente y puro, al sufrir El por nuestros pecados, nos enseña cómo el sufrimiento es necesario.
Dios mismo ha compartido nuestros sufrimientos en su cuerpo.
Nuestro Señor sufrió en su naturaleza humana los mayores suplicios y la muerte más cruel, por amor a nosotros.
El nos ha redimido por el dolor, el sufrimiento y la humillación.

¿Si Jesús ha sufrido por nosotros, no hemos de sufrir por nosotros mismos?
¿Podemos pretender no sufrir?
¡Es como si pretendiésemos ser más que Dios!


Jesús mismo nos ha demostrado que el dolor y el sufrimiento nos purifica y nos acerca a Dios.
El no nos ha creado para sufrir, sino para ser felices en el cielo y con El.
Pero todos sabemos por experiencia cómo los sufrimientos y las amarguras nos hacen ver nuestras faltas, nos corrigen, llevándonos al arrepentimiento.

Si no existiese el sufrimiento, entonces sí que seríamos realmente desgraciados, pecaríamos sin medida y nos alejaríamos más de Dios.


Pagando a Dios

Sepamos entonces ofrecerle a Dios las penas y sufrimientos que tengamos, aprovechémosla como buena moneda para pagar a Dios tantas deudas como tenemos con El.
También debemos pagarle con amor hacia El, con amor al prójimo y con buenas obras de caridad, ya sea material o espiritual.

Estas tres monedas son las más gratas al Sagrado Corazón de Jesús.


Nuestra Madre

Y tengamos muy presentes que Dios nos ha dado una Madre Celestial, nos ha dado como madre a su propia Madre, Nuestra Señora, la Santísima Virgen.
Ella como verdadera Madre, es nuestra Abogada ante Dios, es nuestra Intercesora o Mediadora que ruega a Dios por nosotros.
Es nuestra Corredentora, está íntimamente unida a nuestra Redención.

Por voluntad de Dios, Ella ha sido coronada en los Cielos como Reina y Señora de todo lo creado.
Y como Reina y Señora de todo lo creado debe ser reconocida por todos los pueblos.
Qué distinto sería si Ella fuese reconocida como Señora de todas las naciones!.

Por sus manos recibimos todas las benciones de Dios, todas las gracias espirituales, todos los beneficios materiales.
Invoquemos a la Santísima Virgen con confianza de hijos, y hará siempre lo indecible por nuestra salvación, por nuestra felicidad eterna.

Recurramos a Nuestra Señora en todas nuestras necesidades.
Demostrémosle con nuestro amor que nos sentimos sus hijos y Ella nos demostrará que es nuestra Madre.

Roguemos a la Santísima Virgen para que nos enseñe a amar y agradar a Jesús.
Si lo deseamos con sinceridad de corazón, Ella vendrá en nuestra ayuda y lo conseguiremos.
Dios sólo nos pide buena voluntad.
Si tenemos ésa voluntad, Nuestra Señora guiará nuestros pasos y nos llevará a Dios. Y de ésta manera habremos alcanzado el fin para el cual hemos sido creados.
Amar a Dios eternamente y vivir eternamente su vida divina en el Cielo.

Adquirir la Vida Divina de Dios

Ahora que ya conocemos los designios de Dios con respecto al hombre, debemos preguntarnos;
¿qué hacer, concretamente, para adquirir la participación en la vida divina, o recuperarla, o acrecentarla?

Nuestro Señor Jesucristo no sólo nos dió la posibilidad de vivir en el Cielo la vida divina, sino que nos dejó los medios para facilitarnos vivir en la tierra en gracia de Dios.
Para ello, Nuestro Señor instituyó los Santos Sacramentos.
Son sietes a saber;

1)BAUSTISMO:
al ser bautizados nacemos a la vida, somos reconocidos por Dios como hijos suyos; renunciamos al demonio y al pecado y prometemos vivir como hijos de Dios.
Recibimos las Virtudes y Dones del Espíritu Santo.
Adquirimos el derecho de recibir del Cielo los auxilios espirituales (Gracias) que nos sean necesarios en nuestra vida para poder vivir cristianamente.

2)CONFIRMACION:
confiere a los bautizados el carácter de soldados de Cristo.
El que se confirma recibe del Espíritu Santo la fortaleza necesaria para creer firmemente, para ser intrépido en la Fe.
Aquel que se presente ante los hombres como soldado de Cristo, como tal será recibido en la vida eterna.
Jesús ha dicho:
"Quien no me reconoce delante de los hombres, tampoco Yo lo reconceré delante de mi Padre".

3)PENITENCIA O CONFESION:
por este Sacramento recuperamos la vida divina, la cual se pierde al cometer pecados graves contra la Ley de Dios o los Preceptos de la Iglesia.
El pecado grave se llama "mortal" porque mata la vida divina en nosotros.

Aunque no tengamos pecados graves, debemos frecuentar la Confesión, lo cual servirá para aumentar nuestra participación en la vida sobrenatural.
No debemos confundir las tentaciones y malos deseos involuntarios con el pecado.

Las tentaciones se transforman en pecado si las consentimos y les damos rienda suelta;
pero si las rechazamos, no solamente no son pecado, sino que sirven para nuestro perfeccionamiento espiritual, pues cada vez que triunfamos sobre las tentaciones adquirimos méritos ante Dios.
Las tentaciones es el enemigo sin el cual no podríamos obtener victorias.

Cuando nos acercamos a la Confesión debemos cuidar de hecerlo con verdadera sinceridad, pues no es al sacedote a quien nos confesamos,
el sacerdote está representando al Señor Jesús, y al Señor Jesús no podemos engañarle.
El ve nuestro corazón y nos perdonará según la sinceridad de nuestro arrepentimiento.
Si hemos tenido la gran desgracia de que el pecado nos ha alejado de Dios,
debemos querer salir de nuestra situación de pecado y volver a Dios lo antes posible.
Hay que volver a la casa del Padre que nos espera ansioso, porque nos ama.

La casa paterna, aquí en la tierra es la Santa Iglesia.
No hay alegría más grande en la tierra, que recibir a sus hijos para perdonarlos. Dios perdona siempre, pero es imposible alcanzar su perdón sin arrepentimiento.
El arrepentimiento consiste en tener verdadero pesar de haber ofendido a Dios nuestro Padre, y si es sincero, va acompañado del propósito de cambiar de vida y de desagraviar a Dios haciendo alguna penitencia.

Son obras de penitencia:
las oraciones, el ayuno, las limosnas, soportar por amor a Dios las penas y contrariedades, aceptar con buen ánimo las cargas de nuestras obligaciones.
Rezar por toda la humanidad, visitar a los enfermos, asistir a los hermanos necesitados.
Ya vemos, pues, que el hacer penitencia no es la cosa tremenda que nos imaginábamos, mirada de cerca es cosa sencilla.

Para el cristiano de corazón generoso que ama a Dios, es la cosa más natural, no ve en ella ningún sacrificio.
Por eso enseña la Iglesia que "toda la vida del cristiano deber ser una constante penitencia" (Concilio de Trento).

Las obras de penitencia nos ayudan a vencer nuestras malas inclinaciones y no fortalecen en nuestros propósitos de practicar el bien, aparte de que pueden librarnos de las penas merecidas del purgatorio por los pecados cometidos.
La confesión sincera es una de las obras de penitencia.
Podemos confesarnos ofreciéndolo para desagraviar a Dios, a Jesús a María o para pedir el bien de algo o la conversión de alguien.

Aquel que sienta deseos de confesarse, aunque nunca lo haya hecho,
que no se torture con indecisiones o problemas imaginarios,
que se presente en la primera Iglesia que encuentre y diga con toda naturalidad que desea confesarse.
No volverá de su asombro al ver lo sencillo que resultó todo,
y saldrá de la Iglesia con una alegría y paz interior como nunca había conocido.

4)EUCARISTÍA O COMUNIÓN:
Cada vez que comulgamos aumentamos nuestra participación en la vida divina, aumentamos nuestro grado de gracia.
La Hostia, después de consagrada, se ha transformado realmente en el Cuerpo de Jesucristo con su Sangre, su Alma y su Divinidad.

Del pan que formaba la Hostia antes de consagrada,
sólo queda la apariencia, y lo mismo pasa con el vino,
que después de la consagración se transformará en la Sangre de Jesús.
En la consagración es Jesucristo mismo quien la realiza por boca del Sacerdote.

Este Sacramento es una de las pruebas mayores que Jesús nos ofrece de su infinito amor hacia nosotros, no le bastó su Pasión y Muerte, sino que quiso quedarse entre los hombres en la Hostia consagrada como alimento espiritual de nuestra alma.
"Nunca Dios es más Padre nuestro y nosotros más sus hijos que cuando comulgamos."(Bosset)

5)SANTA UNCIÓN O SANTOS OLEOS:
Tenemos obligación de recibirlo cada vez que estamos enfermos de gravedad, con peligro de muerte, y las personas mayores de edad.
En este Sacramento es Jesús mismo quien viene a nosotros para purificar y hermosear nuestra alma, para cuando llegue el momento feliz de dejar este mundo e ir al Cielo, nuestra verdadera patria.

Los Santos Oleos, además de comunicar gracia al alma, confortan al enfermo haciéndole más llevadera la enfermedad, y borra en él la intranquilidad que produce el recuerdo de la vida pasada y de los pecados cometidos.
Este Sacramento tiene como efecto secundario dar mejoría al cuerpo si es que conviene al alma.

Cuando el enfermo lo recibe con plena lucidez y buena disposición espiritual, los frutos de este Sacramento son maravillosos:
no sólo borra los pecados, sino también las penas pendientes por los mismos, es decir, si se reciben los Santos Oleos con las debidas disposiciones,
el alma va directamente al Cielo sin pasar por el Purgatorio.

¡Qué cosa más maravillosa!
Ir al Cielo! ¡Qué Bondadoso y qué bueno es Dios!
¡Cuántas cosas hace para que nos salvemos, y sin embargo, muchos lo rechazan, otros lo ignoran, y Dios en su infinita paciencia, nos espera!

¡Qué triste se pone Dios, al ver que su criatura más perfecta, el hombre, lo rechaza!
Es pavoroso cuánto daño hacen a los enfermos sus familiares privándoles de este gran Sacramento "para que no se asuste",
o llamando al Sacerdote cuando el moribundo está ya inconciente.

6)ORDEN SAGRADO O SACERDOCIO:
Es una gracia especialísima que el Señor concede a ciertas almas elegidas por El para cumplir el ministerio más sublime a que puede aspirar un ser humano en este mundo.
El Sacerdote tiene una dignidad altísima superior a toda toda otra dignidad,
porque es de un orden superior a todas las dignidades humanas.
El sacerdocio es un don al cual pocos pueden decirle sí a Dios.
Requiere una entrega total para cumplir bien su misión.

Muchos son los bienes espirutuales que recibe;
quien se hace sacerdote, deja todo de lado para servir a Dios.
El sacerdote es la cara de Dios, por eso debemos rezar para que Dios lo preserve de todo mal, y de las asechanzas del demonio.
Y además rezar para que haya más y mejores sacerdotes.

7) MATRIMONIO.
También Nuestro Señor quiso divinizarlo elevándolo a la dignidad de sacramento.
Dios quiere seguir creando almas (como creó la nuestra),
y nosotros los seres humanos, por medio del matrimonio, colaboramos con Dios dándole nuevos cuerpos donde El pondrá la colaboración que le deben.
La vida matrimonial llevada cristianamente, aumenta en los esposos el grado de vida divina.


Adorar a Dios


LA ORACION:

Dios siempre nos escucha, es nuestro Padre, y no puede querer otra cosa que el bien de sus hijos.
Debemos orar con el corazón puesto en Dios, con humildad, con perseverancia y con "confianza" en Dios.
Cada vez que oramos debemos invocar a Nuestra Madre la Santísima Virge María.
Debemos presentar siempre nuestra oración valiéndonos de Ella,
que nuestra oración llegue a la Santísima Trinidad presentada por María,
qué Dios reciba nuestra oración de manos de su bendita Madre.

¿No crees que de esta manera nuestra oración será grata a Dios, que en vez de poner sus ojos en nuestros pecados sólo verá el ruego de su propia Madre?

Jesús nos recomendó la oración en común, y dijó:
"Donde estén dos o más reunidos en mi nombre, allí estaré Yo en medio de ellos.
Por eso:
"La familia que reza unida permanece unida".
La oración atrae al hogar las bendiciones de Dios, para que todos permanezcan fieles a sus deberes y para que no les falte el pan del cuerpo y del alma.


LA SANTA MISA:


es la forma más excelente de oración.
El sacerdote católico oficia cada día la Santa Misa,
el homenaje más importante ofrecido a Dios.
En cada Misa es Jesús mismo quien se ofrece e intercede por nosotros ante el Padre, repitiendo el Sacrificio de la Cruz, aunque sin derramamiento de sangre.
Y nosotros, con el Sacerdote, nos ofrecemos al Padre, unidos a Jesús.

Nuestro pobre homenaje adquiere así valor divino porque llega a la Santísima Trinidad presentado por Jesucristo mismo.
Y así es como nosotros, en la Misa, "dignamente" adoramos a Dios, le glorificamos, le damos gracias por todos los beneficios recibidos,
y le imploramos perdón por nuestros pecados y por los pecados de todos los hombres, para que todos se conviertan y se salven.


AMAR A DIOS

El primer Mandamiento de la Ley de Dios nos enseña:
"Amarás al Señor tu Dios, con toda tu alma, con todo tu corazón, con todas tus fuerzas, con todo tu entendimiento"

No basta con amar a Dios, tenemos que amarle por sobre todas las cosas,
más que a todo, porque Dios deber ser "todo" para nosotros.
Si tienes el deseo y la voluntad de amarle, ya le amas, aunque tu interior se sienta frío.
Basta pensar en el amor que nos tiene para sentir deseos de amarle!

¡Oh, Dios mío! Os amo con todo mi corazón, porque sois infinitamente bueno y digno de ser amado!

Esta es la síntesis del amor perfecto.
El amor a Dios ilumina nuestra inteligencia y nos da la firme voluntad de ser cada vez mejores.
Nadie ofende a quien ama.
El que ama a Dios se hace dócil a sus gracias, y continuamente va mejorando su manera de vivir, sin esfuerzo, casi sin darse cuenta.

Por eso decía San Agustín;
"Ama a Dios y haz lo que quieras"

El Señor sólo nos pide buena voluntad, sincero deseo de agradarle, y El se encargará de llevarnos de la mano.
Pidamósle cada día que no nos deje caer en la tentación,
y El nos cuidará, es nuestro Padre, y desea lo mejor para nosotros,
sólo hay que pedirle con mucha confianza.

¡Purifica más nuestra alma el servir a Dios con amor, que todo el fuego del Purgatorio!

Un sólo acto de amor perfecto reconcilia al instante al alma con Dios
(pero debe existir la voluntad de confesarse lo antes posible).
Cuando un moribundo no puedo recibir al sacerdote a tiempo,
cualquier persona debe auxiliarlo espiritualmente y hacerle repetir,
o por lo menos oir, actos de amor a Dios y de arrepentimiento,
por ejemplo;

¡Dios mío te amo y te pido perdón por todos mis pecados que he cometido hoy y durante toda mi vida!

¡Jesús, María os amo salvad las almas; especialmente las más necesitadas de tu misericordia!

¡Padre Eterno yo te ofresco la preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jescristo;
para curar las de nuestras almas!

¡Perdón, Misericordia, Jesús mío, durante los presentes peligros cúbrenos con vuestra preciosa sangre!

¡María Madre Mía, líbrame de morir en pecado mortal!

O expresiones similares.
Sólo queda entregarse en las manos de Dios Amoroso y Misericordioso.


Amor al Prójimo

Jesús nos enseña:
"Hijitos míos, oid este mandato:
De la misma manera que Yo os he amado,
así debéis amaros los unos a los otros".
Nosotros "podemos" amar a nuestros semejantes "a la manera" como Nuestro Señor nos amó.

¿Cómo?
"Amando a todas las almas, rogando a Dios para que todas las almas se conviertan y se salven".
Contribuyendo con nuestra dedicación personal para que todos nuestros semejante conozcan y amen a Dios.
Para amar a Dios como hijo, lo primero es conocerle como tú ya le conoces.
Nadie puede amar lo que no conoce.

¡Qué inmensa multitud de hombres no le aman como hijos, porque no tuvieron la dicha de que les expliquen las verdades que Dios mismo ha enseñado!

¡Millones de hombres pasan por la vida ignorando la dignidad divina a la que tienen derecho!.
Viven con las alas quebradas, volando a ras del suelo,
limitados al plano humano, con un amargura en el corazón,
con un deseo de felicidad, siempre insatisfecho porque el corazón del hombre ha sido ceado para amar a Dios con amor de hijo,
y sólo así encontrará el hombre la felicidad, el sosiego, la paz del alma.

A esto se le llama la "Paz de Cristo".

Y tú que has encontrado ahora el sentido a tu vida,
que a la luz de las verdades de Dios ahora lo comprendes todo.
¿Verdad que sientes deseos de hacer "algo" para que los demás reciban también la luz de la Gracia?
¿Quieres empezar ya?
Entonces repite:
¡JESUS MARIA OS AMO SALVAD LAS ALMAS!

En esta pequeña oración esta condensado el perfecto amor a Dios y el perfecto amor al prójimo.
Imposible decir más con menos palabras.
Ni siquiera es indispendable decirla con los labios (aunque es recomendable).
Basta que la recuerdes, que trates de tenerla siempre presente, siempre, y que la reces a toda hora:
al levantarte, al mediodía, a la tarde, al acostarte, hora a hora, minuto a minuto, en cualquier momento del día.

Para salvar un alma de la condenación eterna del infierno no hay horario.

Cuanto más la reces, mejor te sentirás, y te ayudará en tus cosas diarias.
Dios nos ha dado el gran "poder", de ayudar a otros, podemos salvar muchas almas rezando esta oración tan simple y tan poderosa a la vez.

Sí, ésta es una oración con un poder incalculable,
porque es "puro amor" y el amor todo lo puede,
porque "Dios es Amor"
Qué grande es el Misionero, es un ser humano de Dios, que dedica su vida a convertir las almas y acercarlas a Dios.
Todos no podemos ser misioneros, pero todos los católicos debemos tener espíritu misionero.

Tú que sientes ya deseos de hacer algo,
puedes ser "un pequeño misionero" de Jesús y María, tratando de que los demás también vayan por el buen camino,
enseñándoles a conocer a Dios, acercándolos a la Iglesia de Dios, para que frecuenten los Sacramentos y ordenen sus vidas.

La forma más eficaz de que te ayudes a tí mismo espiritualmente,
es tratando de ayudar a los demás para que las bendiciones del Cielo se derramen sobre tí en grandes cantidades.
"Dios paga ciento por uno", por un acto bueno, Dios te da cien veces más.
y ya en este mundo, no sólo en el otro.

"Quién salva un alma, salva su propia alma" (San Agustín)


El Espíritu Santo

El espirítu del diablo, el maligno, hace mucho daño en este mundo, son las fuerzas del infierno, es el diablo y sus ángeles.
El diablo es el padre de la mentira;
satanás es el espíritu de falsedad, de maldad, de odio, de envidia, de codicia, de destrucción, de lujuria, de sexo desenfrenado, de guerra, de toda clase de aberraciones, de su boca salen las palabras más lujuriosas, mentirosas, falsas, e insultan a Dios a toda la creación, y hace que los hombres hagan lo mismo, engañandólos.

El diablo persigue al hombre con las tentaciones y hace gemir a las naciones bajo su yugo. ¿Sabes por qué?

Porque los hombre no sabemos pedir a Dios que nos envíe su Espíritu, el Espíritu Santo, el Espíritu bueno.
Jesús nos enseña:
"Mi Padre os dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan".

La Iglesia Santa ora en su Liturgia:
"Ven, Oh, Espíritu Santo, Oh Espíritu Creador, ven Oh Luz de los corazones...

Demos rezar por la venida del Espíritu Santo, para que el mundo sea preservado de la corrupción, de desastres y guerras.
Sólo es cuestión de que sepamos pedirlo.
Roguemos con insistencia para que descienda continuamente sobre la tierra, como descendió un día sobre los Apóstoles,
para que inunde de luz y amor las almas de los hombres.
La Santísima Virgen debe ser venerada en todas las naciones como Reina y Señora, y entonces la Cruz de Cristo volverá a la sociedad.

Y vendrá la paz y la unión espiritual.
Mientras no sea así, el espíritu de falsedad, mentiras y engaños se meterá en todas las cosas.
No tenemos tiempo para largas tardanzas, estamos marchando hacia nuestra propia ruina.
Los pueblos deben recuperar la humildad y la Fe si quieren volver a la verdad y al bien.


Dios es tu fuerza

Sólo aferrados a Dios somos fuertes, alejado de Dios somos seres inválidos, juguetes del demonio.
Pero si Dios está contigo ¿Quién contra tí?.
Si somos soldados de Cristo, debemos luchar contra el mal, con prisa y sin pausa.

¡Qué hermosa lucha, arrancarle a satanás, las almas, aún las más empedernidas!
¡Qué hermosa tarea!
Y cuando hayas terminado tu carrera en este mundo, entrarás en el Cielo,
en "tu casa", porque es la casa de tu Padre, y Nuestro Señor Jesucristo te recibirá y te coronará con una corona de gloria hecha con las almas que tú ayudastes a salvar.

Y te dirá:
"Ven, Bendito de mi Padre, ven a ocupar la morada que tenía preparada para tí".
Y recuerda que si no vas al Cielo nadie ocupará tu morada, nadie, quedará vacía para siempre!
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Y TODO SEA PARA MAYOR GLORIA DE DIOS.
Con las debidas Licencias. Barcelona 1984.

NIHIL OBSTAT.

Frases y Dichos

La libertad es el derecho a decirles a los demás aquello que no quieren oir. (G. Orwell)

Lo que resiste, persiste.(Español)

Los hombres inteligentes quieren aprender, los demás enseñar. (Chejov)

Mientras el tímido reflexiona, el valiente va, triunfa y vuelve. (Griego)

No desprecies a nadie, un átomo hace sombra. (Pitágoras)

El saber es la única propiedad que no puede perderse. (Bías de Priene)

Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos. (Benavente)

El victorioso tiene muchos amigos, el vencido buenos amigos. (Turco)

Doloroso es el tiempo que entre dudas pasa. (Séneca)